Recientemente escuche a un filósofo budista preguntarle a un grupo, “Qué es lo opuesto a un gracias” Después que los del grupo le dieran diferentes respuestas él les dijo “Lo opuesto a un gracias es decir: tu estas supuesto a hacer eso” En otras palabras, el sentimiento de tener el derecho. Vivir en la condición de las gracias es felicidad. Vivir en la condición de “tu estas supuesto a hacer eso” es sufrir porque la persona se coloca en la situación de constante decepción.
He observado a una mujer leyéndole a su nieto de tres años, Ryan. A la mitad del libro que Ryan escogió, él decide que quiere que le lea un libro diferente. La abuela le dice, “No. Tu escogiste este libro y yo quiero terminar este” Ryan se queja y empieza a llorar. “Pero yo quiero otro!” La madre se acerca y dice, “Vamos mamá, ¿porqué no le lees otro?” Pero la veterana señora no cede “El necesita aprender que no es el único aquí”. Al insistiren sus deseos la abuela de Ryan lo invitaba a reconocerla. Ella estaba instintivamente tratando de establecer un reconocimiento mutuo.
Para que Ryan desarrolle una sana capacidad de mutuo reconocimiento, los adultos a su alrededor deben tener fe en su habilidad para sobrevivir una decepción o frustración. Ellos no deben permitir que su temor o ansiedad los influencien hacia la indulgencia. El temor implícito en la madre de Ryan de darle lo que él quiere en esta situación es “Y si no desarrolla el amor a la lectura?” o “Y qué tal si es que no aprende a hacer valer sus deseos” o quizás solo “Yo quiero que este momento sea de gozo no de decepción”
La acumulaciónde muchas ocasiones en que los adultos han cedido sus deseos a los del niño ha resultado en un desbalance en desarrollar poder en lugar de conexión. Mientras que estos momentos, vistos aisladamente, aparentan ser inofensivos, el efecto acumulativo es un niño que desarrolla un fuerte sentimiento sobre sus derechos y uno muy débil hacia las necesidades de los otros.
Cuando le dé a sus hijos a elegir, recuerde que los debe preparar para que sean exitosos y felices en la escuela. Si el hogar es un lugar de ilimitadas elecciones y derechos y la escuela un lugar con límites, no se sorprenda si es que a su hijo no le gusta la escuela.
La práctica entre los padres ligada a las elecciones, regularmente está solicitando la opinión del niño. Esto puede ir desde dejarlos elegir que ropa usar o preguntarle su preferencia de a cuál restaurante ir; a elegir el color de la pintura de la cocina.
O también el niño que quiere seguir usando su disfraz de Halloween en la escuela cuando ya paso un mes o la niña que se niega a vestir otra cosa que no sea su vestido favorito aunque su madre no lo haya podido lavar en cinco días. Son innumerables las veces que he visto a padres arrastrando de las manos a susllorosos pequeños de la pre-escuela después de una larga batalla sobre que ropa vestir.
A los niños que se les otorgan opciones o elecciones para todo, aprenden a cuestionar cualquier cosa que no les gusta. Esto puede ser visto como algo bueno para un padre tolerante en la casa, pero para el tiempo en que estos niños entran a la escuela es extremadamente difícil lidiar con sus creencias de que su opinión es tan válida, o más valida, que la del profesor.
He sido testigo en una clase de matemáticas en tercer grado donde los niños discuten con la maestrasobre la forma en que enseña. Y estas no son discusiones con el espíritu u objetivo de clarificar algo que no entienden, sino la insistencia en que lo que ellos piensan es correcto y que la maestra está equivocada.
Un profesor veterano se me acercó después de uno de mis seminarios y me dijo: “Me gusta que nos hayas dado permiso de ser adultos de nuevo”.
Como padres y profesores estamos alentados a proveer muchas opciones y provocar que nuestros niños argumenten y por ende sentimos que nuestra opinión en menos importante que la de ellos. Nosotros debemos hacer lo justo, considerar la opinión de todos, que todo sea conveniente y cubra la necesidad de los otros, todo mientras proveemos una grandiosa y caótica democracia. Pero en medio de todo esto, ¿hemos olvidado que somos los adultos? Nosotros debemos decidir qué es lo bueno y lo malo para nuestros hijos.
Darle opciones a los niños y solicitar su opinión puede tener muchos efectos positivos, pero solamente cuando también se tienen en cuenta las necesidades (así los niños protesten) de los otros en la casa. Adicionalmente, usted debe estar preparado para establecer firmes y más resistentes límites para balancear la identidad poderosa que su niño desarrollará consecuentemente.
Los niños a los que se les dan opciones y se les pregunta su opinión acerca de todo, crecen creyendo que tienen derecho a todo. Los niños acostumbrados a considerar el deseo y las necesidades de los otros, aprenden a vivir en la condición de las gracias.